23° Domingo del Tiempo Ordinario

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Liturgia de la Palabra

23° Domingo del Tiempo Ordinario

Himno

 

Tu palabra me da vida

            Pueden escuchar el canto en YouTube aquí

 

Tu palabra me da vida

confió en ti Señor

Tu palabra es eterna

En ella esperaré.

 

Dichoso el que con vida intachable

Camina en la ley del Señor

Dichoso el que guardando los preceptos

Lo busca de todo corazón.

 

Postrada en el polvo está mi alma

Devuélvame la vida tu palabra

Mi alma está llena de tristeza

Consuélame señor con tus promesas.

 

Escogí el camino verdadero

Y he tenido presentes tus decretos

Correré por el camino del Señor

Cuando me hayas ensanchado el corazón.

Juan A. Espinosa, ℗ 2011 OCP. Usado con permiso.

Introducción

Todos se persignan con la señal de la cruz diciendo, “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Líder:                            Alabemos a Dios, quien llena nuestros corazones y nuestro hogar con la paz.

Bendito sea Dios por siempre.

Todos responden:          Bendito sea Dios por siempre.

Canten o reciten el Gloria juntos:

 

                        Gloria a Dios en el cielo,

y en la tierra paz a los hombres que ama al Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,

te damos gracias,

Señor Dios, Rey celestial,

Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único, Jesucristo;

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;

tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;

tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;

tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros;

Porque sólo tú eres Santo,

sólo tú Señor,

sólo tú Altísimo, Jesucristo,

con el Espíritu Santo

en la gloria de Dios Padre.

Amén.

Líder:                Oremos.

Señor Dios, de quien nos viene la redención,
a quien debemos la filiación adoptiva,

protege con bondad a los hijos que tanto amas,

para que todos los que creemos en Cristo

obtengamos la verdadera libertad

y tu herencia eterna.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios por los siglos de los siglos.

Lecturas

Se recomienda que alguien que no sea el líder proclame las lecturas del día de una Biblia.  De lo contrario, las lecturas diarias se pueden encontrar en http://www.usccb.org/bible/lecturas/

Primera Lectura:            Ezequiel 33, 7-9

Salmo Responsorial:    Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9

Respuesta (todos juntos): Señor, que nos seamos sordos a tu voz.

Vengan, lancemos vivas al Señor,

aclamemos al Dios que nos salva.
Acerquémonos a él, llenos de júbilo,

y démosle gracias.

Respuesta (todos juntos): Señor, que nos seamos sordos a tu voz.

Vengan, y puestos de rodillas,

adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo,
pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo,

él nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.

Respuesta (todos juntos): Señor, que nos seamos sordos a tu voz.

Hagámosle caso al Señor, que nos dice:
“No endurezcan su corazón,

como el día de rebelión en el desierto,

cuando sus padres dudaron de mí,

aunque habían visto mis obras”.

Respuesta (todos juntos): Señor, que nos seamos sordos a tu voz.

Segunda Lectura:        Romanos 13, 8-10

Evangelio (Todos se ponen de pie para la lectura del Evangelio. Un laico omite el saludo, “El Señor esté con ustedes” y procede a “Una lectura del santo Evangelio según San…”): Mateo 18, 15-20

Reflexión sobre las lecturas                                               

Esta semana tenemos una reflexión de Lauren Johnson, Co-Coordinadora de la Oficina de Culto de la Diócesis de Owensboro:

Estamos en un tiempo en el cual puede ser complicado hablar en contra del mal. Expresarnos al respecto, nos expone y nos hace vulnerable a los ataques y a la crítica – incluso de parte de los que apoyan la causa que estamos defendiendo, si no compartimos el mensaje de manera adecuada. Esto puede provocar que nos paralicemos por el miedo y decidamos no expresarnos del todo. Del otro lado de la misma situación, estamos siendo bombardeados con mensajes que nos tientan a ver las situaciones y las personas en dos extremos, o como esencialmente malas, o esencialmente buenas.  Esto sucede de manera concreta en el ambiente político intenso, el cual estamos experimentando debido a que nos acercamos a las elecciones próximas. Así es que, en ocasiones cuando decidimos expresarnos, puede ser que lo hagamos desde la emoción o el odio en lugar del amor de Dios que siempre busca el bien del otro en lugar de su condenación. En la Palabra de Dios, encontramos un mensaje que nos muestra cómo manejar esta situación.

En las lecturas del día de hoy, Dios nos afirma en nuestro compromiso bautismal de “participar también de la función profética de Cristo” (Lumen Gentium, 12). Así como, el Señor le recuerda a Ezequiel que, como Su profeta, era su deber sagrado compartir la palabra de Dios con los que estaban perdidos, nosotros como bautizados en la fe católica compartimos también este privilegio y responsabilidad. Sin embargo, si nuestras intenciones están equivocadas y no contamos con la humildad y el amor de Cristo, corremos el riesgo de causar más daño que bien. Si continúan leyendo, Dios es claro en cómo deben ser nuestras intenciones: “Tú diles, en cambio: Juro por mi vida –oráculo del Señor– que yo no deseo la muerte del malvado, sino que se convierta de su mala conducta y viva” (Ezequiel 33, 11). Dios no está interesado en que nos veamos bien o que ganemos tal o cual discusión. Dios tampoco se regocija con nuestro silencio, así sea por miedo, cuando nos negamos a responder a nuestro llamado como profetas. Dios está interesado en la conversión de las almas. Esto requiere tanto vulnerabilidad como humildad de nuestra parte y todo brota de nuestro propio proceso de conversión.

Por conversión, entendemos el orientar completamente nuestras vidas hacia Dios, lo que implica un proceso de toda nuestra vida, no es solo un evento. Esto significa que expresarse en contra del mal no se trata solo de señalar lo que está haciendo mal alguien más, sino reconocer nuestras propias limitaciones y la necesidad de transformación. Es entonces, cuando podemos encausar a los demás hacia Cristo. Cuando estamos en proceso de conversión, nos enfocamos de todo corazón en buscar primero la voluntad de Dios, no nuestra propia gloria, y es así, que el amor pasa a ser lo que nos impulsa en lugar de cierta gratificación personal o agenda política. En la segunda lectura, San Pablo confirma esto al mostrarnos que amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos es la plenitud de la ley. Luego entonces, no importa que tan acertado estemos, si nuestro discurso no está impregnado con el amor de Dios.

El deseo más profundo de Dios es la conversión y la salvación de las almas, no su condenación. Hoy, reflexionemos en si estamos o no participando activamente en la función profética de Cristo al que hemos sido llamados. Recordemos que esto requiere primero nuestra propia conversión, para que nuestras intenciones sean conformes con las de Dios que nos impulsa a que, “Todo lo que hagan, háganlo con amor” (1 Corintios 16, 14).

Además, también puede encontrar reflexiones en inglés en video de la USCCB sobre las lecturas aquí: http://www.usccb.org/bible/reflections/.

Tomen un período de silencio para reflexionar sobre la Palabra de Dios. A lo mejor les gustaría hacer las siguientes preguntas:

                        ¿Qué palabra o frase toca su corazón?

                        ¿Cómo pueden aplicar este mensaje a su vida diaria?

Oración de los fieles

Líder:                Demos gloria al gran Dios, presentando nuestras necesidades con confianza.

Ustedes o los miembros de su familia pueden ser invitados a decir sus intercesiones en voz alta, a lo que todos responden: “Señor, escucha nuestra oración”.  Sería bueno incluir una oración por el fin de la pandemia del coronavirus y un regreso a la Eucaristía dominical pública.

Líder:                Dios de infinita misericordia, escucha las oraciones de tu pueblo, que alaba todas las cosas buenas que vienen de ti, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Respuesta:        Amén.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío,

que estás real y verdaderamente presente

en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas

y deseo, en este momento, recibirte sacramentalmente,

más ya que no puedo

hacerlo sacramentalmente,

ven, por lo menos, espiritualmente a mi corazón.

Te abrazo como si ya estuvieras ahí, y me uno completamente a ti.

No permitas que me separe de tí. Amén.

Acto de Acción de Gracias

Hagan una oración de acción de gracias. Esta puede ser su propia oración personal de acción de gracias, un cántico de alabanza de las Escrituras, o pueden elegir uno de los siguientes Salmos: Salmo 100; Salmo 113; Salmo 118, 1-4. 19-29; Salmo 136; Salmo 150

Rito de conclusión

En solidaridad con nuestra diócesis, aquí podrían incluir la oración del Papa Francisco a María por la protección contra el coronavirus encontrada al comienzo del Suplemento de Oración de la Diócesis de Owensboro.

Líder:                El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.

Todos se persignan con la señal de la cruz.

Respuesta:        Amén.

Como una opción aquí, podrían agregar “Démonos un signo de la paz” extendiendo un signo de la paz de Cristo a sus seres queridos mediante un abrazo, un beso o lo que sea más apropiado para su situación.

Himno

Grita, Profeta

            Aquí pueden escuchar el canto en YouTube

 

Has recibido el destino

De otra palabra más fuerte,

Es tu misión ser profeta:

Palabra de Dios viviente.

Tú irás llevando la luz

En una entrega perenne,

Que tu voz es voz de Dios,

Y la voz de Dios no duerme.

 

Ve por el mundo,

grita a la gente,

Que el Amor de Dios no acaba,

Y la voz de Dios se pierde.

 

Sigue tu rumbo, profeta,

Sobre la arena caliente.

Sigue sembrando en el mundo,

Que el fruto se hará presente.

No temas si nuestra fe

Ante tu voz se detiene,

Porque huimos del dolor

Y la voz de Dios nos duele.

 

Sigue cantando, profeta,

Cantos de vida o de muerte;

Sigue anunciando a los hombres

Que el Reino de Dios ya viene.

No callarán esa voz,

Y a nadie puedes temerle,

Que tu voz viene de Dios

Y la voz de Dios no muere.

 

Emilio Vicente Matéu, ℗ 2011 OCP. Usado con permiso.

 

Extractos de la traducción al español del Misal Romano, tercera edición © 2014, USCCB – Conferencia Episcopal Mexicana. Todos los derechos reservados.

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Usado con permiso. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este texto puede reproducirse por ningún medio sin permiso por escrito del propietario de los derechos de autor.