25° Domingo del Tiempo Ordinario

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Liturgia de la Palabra

25° Domingo del Tiempo Ordinario

Himno

 

Creo en Jesús

                Escuchen el canto en YouTube aquí

 

¡Creo en Jesús! Creo en Jesús:

Él es mi amigo, es mi alegría, Él es mi amor.

Creo en Jesús, creo en Jesús, Él es mi Salvador.

 

  1. Él llamó a mi puerta, me invitó a compartir su heredad.

Seguiré a su lado, llevaré su mensaje de paz.

 

  1. Ayudó al enfermo y le trajo la felicidad.

Defendió al humilde, combatió la mentira y el mal.

 

  1. Enseñó a Zaqueo a partir su hacienda y su pan.

Alabó a la viuda, porque dio cuanto pudo ella dar.

 

Carmelo Erdozáin, © 2011 OCP.  Usado con permiso.

 

Introducción

Todos se persignan con la señal de la cruz diciendo, “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Líder:                Alabemos a Dios, quien llena nuestros corazones y nuestro hogar con la paz.

Bendito sea Dios por siempre.

Todos responden:          Bendito sea Dios por siempre.

Canten o reciten el Gloria juntos:

 

                        Gloria a Dios en el cielo,

y en la tierra paz a los hombres que ama al Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,

te damos gracias,

Señor Dios, Rey celestial,

Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único, Jesucristo;

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;

tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;

tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;

tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros;

Porque sólo tú eres Santo,

sólo tú Señor,

sólo tú Altísimo, Jesucristo,

con el Espíritu Santo

en la gloria de Dios Padre.

Amén.

Líder:                Oremos.

Señor Dios, que has hecho del amor a ti y a los hermanos

la plenitud de todo lo mandado en tu santa ley,

concédenos que, cumpliendo tus mandamientos,

merezcamos llegar a la vida eterna.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios por los siglos de los siglos.

Lecturas

Se recomienda que alguien que no sea el líder proclame las lecturas del día de una Biblia.  De lo contrario, las lecturas diarias se pueden encontrar en http://www.usccb.org/bible/lecturas/

Primera Lectura:            Isaías 55, 6-9

Salmo Responsorial:    Salmo 144, 2-3. 8-9. 17-18

Respuesta (todos juntos): Bendeciré al Señor eternamente.

Un día tras otro bendeciré tu nombre

y no cesará mi boca de alabarte.
Muy digno de alabanza es el Señor,

por ser su grandeza incalculable.

Respuesta (todos juntos): Bendeciré al Señor eternamente.

El Señor es compasivo y misericordioso,

lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos

y su amor se extiende a todas sus creaturas.

Respuesta (todos juntos): Bendeciré al Señor eternamente.

Siempre es justo el Señor en sus designios

y están llenas de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;

muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.

Respuesta (todos juntos): Bendeciré al Señor eternamente.

Segunda Lectura:        Filipenses 1, 20-24. 27

Evangelio (Todos se ponen de pie para la lectura del Evangelio. Un laico omite el saludo, “El Señor esté con ustedes” y procede a “Una lectura del santo Evangelio según San…”): Mateo 20, 1-16

Reflexión sobre las lecturas                                               

Esta semana tenemos una reflexión del P. Jerry Riney, párroco de la Catedral de San Esteban:

“¡No es justo!” ¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir eso? Niños discutiendo por un juguete, un columpio o un iPad, hermanos discutiendo sobre los quehaceres, estudiantes resentidos por la atención extra que se le presta a otro, empleados que piensan que su jefe muestra favoritismo, un entrenador que deja jugar a su hijo más que los demás – “¡no es justo!”

 

Al reflexionar sobre el Evangelio que la Iglesia nos da para hoy (Mateo 20, 1-16), puede ser que nos identificamos con los que reclamaban que han trabajado 12 horas bajo el sol ardiente, y se les paga lo mismo que a los que trabajan una hora. “¡No es justo!”

 

Por supuesto, todos sabemos que ¡LA VIDA NO ES JUSTA!

 

Sin embargo, el Evangelio de hoy no se trata de justicia, sino de la generosidad radical de Dios.  Para ayudarnos a comprender mejor este mensaje de fondo, recordemos un par de cosas:

 

En la desconcertante parábola de hoy, el dueño quedó en pagarles un denario “por día” y al final del día pidió al administrador pagarles “su jornal”. Es parecido al pan “de cada día” que aparece en el Evangelio de Mateo en el Padre Nuestro (Mateo 6,11). En el Padrenuestro, Jesús nos enseña a pedir “nuestro pan de cada día”. No debemos pedir más de lo que necesitamos, sino lo suficiente para pasar ese día.  De hecho, hacer esto es un acto de confianza en que Dios proveerá lo que necesitamos para hoy, solo hoy, y no para anticiparnos a las necesidades del mañana. Sentirnos satisfechos con nuestro pan “de cada día”.

 

Jesús sabía que tanto los que trabajaban 12 horas como los que trabajaban una hora necesitaban poner comida en la mesa para sus seres queridos. Especialmente en aquellos días, la gente vivía de un día para otro; las familias dependían de la comida para ese día. Jesús no está estafando a los que trabajaron 12 horas, sino es extremadamente sensible a las necesidades de los que trabajaron solo una hora para mantenerse a sí mismos y a sus familias. En verdad, este Evangelio no se trata de justicia, sino de la asombrosa generosidad de Dios. En verdad, confiamos en la promesa de que Jesús nos dará lo que necesitamos cada día para vivir como discípulos misioneros del Señor.

 

Además, ¿no se trata esta parábola también de CUÁNDO la gente escucha el llamado de Dios?  El pueblo judío escuchó el llamado primero, pero algunos gentiles estaban entrando en la vida de la Iglesia y la vida de Jesús mucho más tarde en la vida, algunos incluso en su lecho de muerte. Sin embargo, ¡todos reciben la misma recompensa de la vida eterna! 

 

Así, Jesús nos muestra la universalidad de la nueva Iglesia, así como la importancia de la compasión y la misericordia en el reino de Dios. El empleador (Dios) responde a quienes han trabajado todo el día en el calor ardiente y duro que se les paga el salario acordado. No deben reclamar si Dios elige ser generoso con los demás. No es la cantidad de servicio brindado, sino la actitud de amor y generosidad detrás de ese servicio.

 

Incluso para nosotros que hemos sido bautizados en Jesucristo y en la comunidad de la Iglesia cuando éramos bebés, sinceramente, algunos de nosotros experimentamos una conversión real en la adolescencia, algunos como jóvenes solteros, algunos en la mediana edad y algunos muy tarde en la vida. ¡No se trata de ser justos que todos obtengan la misma recompensa de la vida eterna! ¡Realmente deberíamos regocijarnos con los “recién llegados” y estar agradecidos por el privilegio de servir como trabajadores/siervos en la Viña (la comunidad de la Iglesia)!

 

Este fin de semana es el Domingo Catequético, y nuestro tema está tomado de la primera carta de San Pablo a los Corintios: “Lo que yo recibí del Señor, les he transmitido.” Hoy agradecemos a nuestros catequistas, recordando que los padres son los primeros maestros, los primeros catequistas (los que hacen eco de la Palabra) para sus hijos en los caminos de la fe. Gracias a los padres por asumir esta responsabilidad al buscar cómo formar y moldear a sus hijos en la fe, el amor y la bondad. Estamos agradecidos también por nuestros otros catequistas en nuestras parroquias y en nuestras escuelas católicas, que ayudan a transmitir el don de la fe de palabra y obra.

 

Estemos agradecidos de no tener un Dios justo (¿quién de nosotros sobreviviría?), sino un Dios ¡tremendamente generoso y misericordioso!

 

Además, también puede encontrar reflexiones en inglés en video de la USCCB sobre las lecturas aquí: http://www.usccb.org/bible/reflections/.

Tomen un período de silencio para reflexionar sobre la Palabra de Dios. A lo mejor les gustaría hacer las siguientes preguntas:

                        ¿Qué palabra o frase toca su corazón?

                        ¿Cómo pueden aplicar este mensaje a su vida diaria?

Oración de los fieles

Líder:                Demos gloria al gran Dios, presentando nuestras necesidades con confianza.

Ustedes o los miembros de su familia pueden ser invitados a decir sus intercesiones en voz alta, a lo que todos responden: “Señor, escucha nuestra oración”.  Sería bueno incluir una oración por el fin de la pandemia del coronavirus y un regreso a la Eucaristía dominical pública.

Líder:                Dios de infinita misericordia, escucha las oraciones de tu pueblo, que alaba todas las cosas buenas que vienen de ti, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Respuesta:        Amén.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío,

que estás real y verdaderamente presente

en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas

y deseo, en este momento, recibirte sacramentalmente,

más ya que no puedo

hacerlo sacramentalmente,

ven, por lo menos, espiritualmente a mi corazón.

Te abrazo como si ya estuvieras ahí, y me uno completamente a ti.

No permitas que me separe de tí. Amén.

Acto de Acción de Gracias

Hagan una oración de acción de gracias. Esta puede ser su propia oración personal de acción de gracias, un cántico de alabanza de las Escrituras, o pueden elegir uno de los siguientes Salmos: Salmo 100; Salmo 113; Salmo 118, 1-4. 19-29; Salmo 136; Salmo 150

Rito de conclusión

En solidaridad con nuestra diócesis, aquí podrían incluir la oración del Papa Francisco a María por la protección contra el coronavirus encontrada al comienzo del Suplemento de Oración de la Diócesis de Owensboro.

Líder:                El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.

Todos se persignan con la señal de la cruz.

Respuesta:        Amén.

Como una opción aquí, podrían agregar “Démonos un signo de la paz” extendiendo un signo de la paz de Cristo a sus seres queridos mediante un abrazo, un beso o lo que sea más apropiado para su situación.

Himno

 

Un Mandamiento Nuevo

            Pueden escuchar el canto en YouTube aquí

 

Un mandamiento nuevo nos da el Señor,

que nos amemos todos como nos ama Dios.

 

La señal de los cristianos

es amarnos como hermanos.

 

Perdonemos al hermano

como Cristo nos perdona.

 

Donde existe amor fraterno

Cristo está y está su Iglesia.

 

Amar es estar al lado

del que es pobre y olvidado.

 

En la vida y en la muerte

Dios nos ama para siempre.

 

Dominic MacAller, ℗ 2011 OCP. Usado con permiso.

 

Extractos de la traducción al español del Misal Romano, tercera edición © 2014, USCCB – Conferencia Episcopal Mexicana. Todos los derechos reservados.

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Usado con permiso. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este texto puede reproducirse por ningún medio sin permiso por escrito del propietario de los derechos de autor.