3° Domingo de Adviento

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Liturgia de la Palabra

3° Domingo de Adviento

Himno

 

Ven, Señor, No Tardes Más

            Escuchen el canto en YouTube aquí

 

Ven, Señor, no tardes más. Ven, Señor Jesús.
Ven, Señor, no tardes más. Ven, Señor Jesús.
Ven, Señor, no tardes más. Ven, Señor Jesús.

1. Desde el fondo de los siglos

va elevándose un clamor,

como un grito de esperanza

ansiando un Redentor.

2. Desde el fondo de los siglos

busca el hombre un Salvador.

Mira al cielo y a la tierra,

va buscando al Dios Amor.

3. Las promesas se han cumplido,

va a nacer el niño Dios.

Cielo y tierra ya se abrazan,

la esperanza floreció.

 

Cesáreo Gabaráin. ℗ 2011 OCP. Usado con permiso.

 

Introducción

Todos se persignan con la señal de la cruz diciendo, “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Líder:                Alabemos a Dios, quien llena nuestros corazones y nuestro hogar con la paz.

Bendito sea Dios por siempre.

Todos responden:          Bendito sea Dios por siempre.

El Gloria no se canta durante el Adviento.

 

Líder:                Oremos.

Dios nuestro, que contemplas a tu pueblo

esperando fervorosamente la fiesta del nacimiento de tu Hijo,

concédenos poder alcanzar la dicha

que nos trae la salvación

y celebrarla siempre,

con la solemnidad de nuestras ofrendas y con vivísima alegría.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios por los siglos de los siglos.

Lecturas

Se recomienda que alguien que no sea el líder proclame las lecturas del día de una Biblia.  De lo contrario, las lecturas diarias se pueden encontrar en http://www.usccb.org/bible/lecturas/

Primera Lectura:            Isaías 61, 1-2. 10-11

Salmo Responsorial:    Lucas 1, 46-48. 49-50. 53-54

Respuesta (todos juntos): Mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador.

Mi alma glorifica al Señor

y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,
porque puso los ojos en la humildad de su esclava.

Respuesta (todos juntos): Mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,

porque ha hecho en mí grandes cosas
el que todo lo puede.

Santo es su nombre y su misericordia llega,

de generación en generación, a los que lo temen.

Respuesta (todos juntos): Mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador.

A los hambrientos los colmó de bienes

y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia,

vino en ayuda de Israel, su siervo.

Respuesta (todos juntos): Mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador.

Segunda Lectura:        1 Tesalonicenses 5, 16-24

Evangelio (Todos se ponen de pie para la lectura del Evangelio. Un laico omite el saludo, “El Señor esté con ustedes” y procede a “Una lectura del santo Evangelio según San…”): Juan 1, 6-8. 19-28

Reflexión sobre las lecturas                                               

Esta semana tenemos una reflexión de Jo Ann Mathieson, Asistente del Superintendente de las Escuelas Católicas de la Diócesis de Owensboro:

¿Alguna vez le han dicho “¡ánimo!”? Si fue de alguien en quien usted confía, puede haber sido suficiente para dar un rayo de esperanza. Tal vez le irritó que le dijeran que se animara porque cree que el que lo dijo no entendió su perspectiva. Tal vez le fue indiferente porque las palabras sonaban cliché.   

Esto es lo que se nos dice este tercer domingo de Adviento: “Alegrarnos” en este domingo de Gaudete. ¿Cómo escuchamos esas palabras hoy? ¿Ayudan? ¿Irritan? ¿Somos indiferentes? Preguntamos igual que la Santísima Madre: “¿Cómo puede ser eso?”

¿Cómo se sentiría si alguien dijera: “¡Ánimo, ya tengo todo arreglado para usted!”? Ese es el mensaje de las lecturas de hoy. Dos veces al año, la liturgia detiene los tiempos de penitencia (Adviento y Cuaresma), nos pide que miremos con lentes de color rosa (literalmente vistiendo a los sacerdotes con vestiduras rosadas y encendiendo el cirio rosado), y nos recuerda/ordena “¡Alegrase!”.   

Nuestras lecturas de hoy muestran la alegría en la esperanza de Isaías, la Santísima Madre, San Pablo y Juan Bautista, todos los que estaban en un “desierto” propio. La lectura de hoy de Isaías fue escrita mucho antes de que el Verbo se hiciera carne a través de María. El capítulo 61 de Isaías estaba hablando a un grupo que tenía sus expectativas destrozadas ya que acababan de regresar a Jerusalén del exilio. Todo su tiempo en el exilio, el anhelo de Jerusalén se convirtió en su enfoque total y, por lo tanto, en su regreso real, fue bastante decepcionante. Esta desilusión es la experiencia humana, ¿verdad? Creamos expectativas en torno a lo que creemos que traerá felicidad.   

La esperanza es una virtud porque su objeto es Dios. Las expectativas son diferentes, ya que son parámetros que nosotros ponemos. Aunque Jesús cumplió la Ley y los Profetas, cada una de sus acciones rompió la expectativa humana de cómo sería el Mesías, pero cumplió todas nuestras esperanzas.  

Ahora, imagínese preparándose para sacar una hipoteca cuando alguien se acerca y le entrega un cheque por esa cantidad y le dice: “No se preocupe, yo me encargo”. Aunque no conocemos la reacción de la gente a las palabras de Isaías, sí sabemos que Jesús mismo usó estas palabras para manifestar Su identidad cuando dijo: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”, o en otras palabras, “Yo me encargaré de todo esto por ustedes”. La Santísima Virgen usa estas palabras en su Magnificat que escuchamos en el Salmo responsorial de hoy. En todas las lecturas de hoy, la atención se centra en el poder de Dios para dar más de lo que podemos imaginar o esperar.        

Controlar nuestras expectativas de nosotros mismos o de los demás es una cuestón puramente intelectual cuando se nos recuerda que Él está pagando el precio.  Dios nos hizo para querer “vivir felices para siempre”, tener esperanza, pero a diferencia de los israelitas desilusionados, no tenemos que preocuparnos de que la “Jerusalén celestial” nos decepcione o de que tengamos que crear un plan para llegar allí.    

Entonces, hoy PODEMOS alegrarnos en la esperanza. No debemos preocuparnos sobre qué hacer. Aquel que creó el universo y sabe cuántos cabellos tienes en la cabeza “se encarga de esto”. Como dice hoy San Pablo a los tesalonicenses: “El que los ha llamado es fiel y cumplirá su promesa”. Así que alegrése: ¡Dios se encarga!

Además, también puede encontrar reflexiones en inglés en video de la USCCB sobre las lecturas aquí: http://www.usccb.org/bible/reflections/.

Tomen un período de silencio para reflexionar sobre la Palabra de Dios. A lo mejor les gustaría hacer las siguientes preguntas:

                        ¿Qué palabra o frase toca su corazón?

                        ¿Cómo pueden aplicar este mensaje a su vida diaria?

Oración de los fieles

Líder:                Demos gloria al gran Dios, presentando nuestras necesidades con confianza.

Ustedes o los miembros de su familia pueden ser invitados a decir sus intercesiones en voz alta, a lo que todos responden: “Señor, escucha nuestra oración”.  Sería bueno incluir una oración por el fin de la pandemia del coronavirus y un regreso a la Eucaristía dominical pública.

Líder:                Dios de infinita misericordia, escucha las oraciones de tu pueblo, que alaba todas las cosas buenas que vienen de ti, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Respuesta:        Amén.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío,

que estás real y verdaderamente presente

en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas

y deseo, en este momento, recibirte sacramentalmente,

más ya que no puedo

hacerlo sacramentalmente,

ven, por lo menos, espiritualmente a mi corazón.

Te abrazo como si ya estuvieras ahí, y me uno completamente a ti.

No permitas que me separe de tí. Amén.

Acto de Acción de Gracias

Hagan una oración de acción de gracias. Esta puede ser su propia oración personal de acción de gracias, un cántico de alabanza de las Escrituras, o pueden elegir uno de los siguientes Salmos: Salmo 100; Salmo 113; Salmo 118, 1-4. 19-29; Salmo 136; Salmo 150

Rito de conclusión

En solidaridad con nuestra diócesis, aquí podrían incluir la oración del Papa Francisco a María por la protección contra el coronavirus encontrada al comienzo del Suplemento de Oración de la Diócesis de Owensboro.

Líder:                El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.

Todos se persignan con la señal de la cruz.

Respuesta:        Amén.

Como una opción aquí, podrían agregar “Démonos un signo de la paz” extendiendo un signo de la paz de Cristo a sus seres queridos mediante un abrazo, un beso o lo que sea más apropiado para su situación.

Himno

Alegría

            Escuchen el canto en YouTube aquí

 

Hacia Belén se encaminan

María con su amante esposo,

llevando en su compañía

a todo un Dios poderoso.

 

Alegría, alegría, alegría,

alegría, alegría y placer,

que la Virgen va de paso

con su esposo hacia Belén. (bis)

 

En cuanto a Belén llegaron

posada al punto pidieron;

nadie les quiso hospedar

porque tan pobres les vieron.

 

Los pajarillos del bosque,

al ver pasar los esposos,

les cantaban melodías

con sus trinos armoniosos.

 

Canto tradicional. ℗ 2011 OCP. Usado con permiso.

 

 

 

 

Extractos de la traducción al español del Misal Romano, tercera edición © 2014, USCCB – Conferencia Episcopal Mexicana. Todos los derechos reservados.

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Usado con permiso. Traducido por Patti Gutiérrez. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este texto puede reproducirse por ningún medio sin permiso por escrito del propietario de los derechos de autor.