Sinodo 2021-2023

El Papa Francisco ha invitado a todos los fieles del mundo a participar en el próximo Sínodo de los Obispos. El tema de este Sínodo es “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.

El manual oficial para escuchar y discernir, el Vademécum, dice lo siguiente sobre el propósito del Sínodo: “Dando la oportunidad de escuchar y dialogar a nivel local a través de este Sínodo, el Papa Francisco está llamando a la Iglesia a redescubrir su naturaleza profundamente sinodal. Este redescubrimiento de las raíces sinodales de la Iglesia implicará un proceso de aprender juntos con humildad, cómo Dios nos llama a ser Iglesia en el tercer milenio”.

¿Qué es el Sínodo de los Obispos?

Hasta ahora, el Sínodo de los Obispos ha sido una reunión de obispos con el Papa con el propósito de abordar algún aspecto de la vida de la Iglesia.  Sin embargo, lo que nos damos cuenta cada vez más como Iglesia es que la sinodalidad es el camino para todo el Pueblo de Dios.  

¿Qué es la Sinodalidad?

La palabra “sínodo” tiene sus raíces en griego y significa el “mismo camino” o “caminar juntos”.  La palabra “sínodo” nos recuerda un misterio fundamental de la Iglesia: que somos un pueblo reunido de todos los rincones de la tierra.  Juntos somos un pueblo elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo de Dios y nuestra misión es anunciar la Buena Nueva de aquel que nos llamó de las tinieblas a su admirable luz:  Dado que juntos somos el Pueblo de Dios, la Iglesia está mucho mejor equipada para tomar decisiones pastorales que reflejen la voluntad de Dios si primero ha escuchado las voces de sus miembros – todos sus miembros.  El Papa Francisco nos recuerda que tenemos la responsabilidad especial de salir a buscar las voces de aquellos que se pasan por alto con facilidad y a menudo en el diálogo y toma de decisiones católicas: las voces de la periferia.

Calendario del Sínodo

La primera fase del proceso sinodal es una fase de escucha en las Iglesias locales y comenzó en cada diócesis el 17 de octubre de 2021. La Diócesis de Owensboro inició formalmente su proceso sinodal con una Misa de Apertura (para todos los fieles) el domingo, 17 de octubre a las 11:00 a.m. en la Catedral de San Esteban. Las sesiones de escucha locales (a nivel parroquial) se llevarán a cabo en enero y febrero de 2022, seguidas de sesiones de escucha regionales con el Obispo William F. Medley en marzo de 2022. Las conversaciones a nivel diocesano se llevarán a cabo en la primavera de 2022, antes de la redacción y presentación a la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos de una síntesis de todas las conversaciones de los fieles de la diócesis.


La experiencia del Sínodo sobre la Sinodalidad en la Diócesis de Owensboro, Kentucky, ha sido una de oración, guiada por el Espíritu y una experiencia saludable en general para la vida de nuestra Iglesia diocesana.  Al comienzo del proceso, pudimos encontrar cierta vacilación por parte de algunos en participar, citando su sentir de que realmente no serían escuchados y que nada cambiaría como resultado del proceso de escucha.  Al final de la escucha, los participantes universalmente expresaron su agradecimiento por el esfuerzo de incluirlos en la conversación y expresaron su esperanza de que la escucha y la participación continuaran.  

Nuestro deseo sin duda sería que más personas hayan participado en el proceso.  Sin embargo, nos complació mucho que aproximadamente 1,000 personas participaran en persona de alguna forma en las sesiones de escucha realizadas en la Diócesis.  Otras 406 personas participaron enviando sus comentarios en línea.   Se pudieron escuchar muchas voces que reflejaban una amplia gama de experiencias, dolores, alegrías, preocupaciones y sueños para nuestra Iglesia.   A lo largo de toda la escucha, quedó claro que las personas aman a su Iglesia, aman a su Dios y tienen sueños apasionados sobre cómo podemos crecer juntos.

  • Historia de la Sinodalidad en la Diócesis de Owensboro

    • El proceso de ser una iglesia diocesana que escucha, no comienza ni tampoco termina con el Sínodo sobre la Sinodalidad.  Poseemos una sólida historia de escuchar al Pueblo de Dios a lo largo de los años.

      En 1991, el tercer obispo de Owensboro, el Obispo John McRaith, convocó un sínodo diocesano.  El diálogo y la escucha que en ese entonces se dio, se convirtieron en la información central en establecer la planificación de la diócesis.

      En preparación para el segundo Sínodo sobre la Familia en 2014-15, la diócesis realizó sesiones de escucha regionales abiertas.  Más de 600 personas participaron en estas sesiones.  El primer Sínodo sobre la Familia había generado una atención de los medios de comunicación tanto afirmativa como sensacional.  Hubo voces que expresaron su preocupación de que la Iglesia quizás pudiera estar contemplando cambiar su enseñanza en áreas como la permanencia del matrimonio y la atracción por personas del mismo sexo.  Sin embargo, de manera abrumadora, a los participantes les preocupaba que la Iglesia escuchara las experiencias vividas de hombres y mujeres contemporáneos que se esfuerzan por vivir sus vocaciones como esposos y esposas, padres y madres, y adultos solteros.  Los participantes promedio estaban en la mediana edad y mayores.  Les preocupaba que sus hijos y nietos se distanciaran con demasiada frecuencia de la Iglesia.  Se expresó una preocupación especial de que las personas que se habían divorciado y se habían vuelto a casar no se sentían bienvenidas en la Iglesia y, en particular, no asistirían a la Misa si se les negara la Sagrada Comunión.  Se expresó la misma preocupación por las personas de la comunidad LGBT (lesbiana, gay, bisexual, transgénero) que no se sentían acogidas por la Iglesia.

      También se patrocinaron sesiones de escucha en preparación para el Sínodo de 2018 sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.  Estas sesiones estuvieron enfocadas en los adolescentes y jóvenes adultos.  Se escuchó preocupación sobre la presión social que lleva a los jóvenes a ver y experimentar la Iglesia como algo irrelevante.  Hubo una afirmación del lema que se escucha con frecuencia de que los jóvenes son “espirituales, pero no religiosos”.  Claramente, la Iglesia institucional no estaba a la altura de las expectativas de muchas personas de estas generaciones.

      En 2018, cuando la Iglesia se vio sacudida por el escándalo que se desató a raíz de las revelaciones sobre el ex cardenal Theodore McCarrick, la diócesis llevó a cabo sesiones de escucha regionales con la presencia del Obispo Medley.  El pueblo expresó legítimamente su indignación por el mal manejo de este escándalo por décadas de parte de los obispos estadounidenses y los funcionarios del Vaticano y por varios Papas contemporáneos.  Si bien fue doloroso escucharlos, estas sesiones fueron en gran medida sanadoras para los participantes.  Nadie se fue sintiendo que las deficiencias de la jerarquía habían sido justificadas, pero también sintieron de manera genuina que habían sido escuchados.

      La comunidad hispana de la Diócesis de Owensboro ya había participado en cuatro procesos sinodales. Cada uno de ellos supuso un periodo de estudio, reflexión y consulta en las parroquias que tienen el ministerio hispano, esto seguido de un encuentro diocesano de delegados para discernir juntos los próximos pasos. El primero fue en preparación para el Primer Encuentro Nacional de Pastoral Juvenil Hispana (2004-2006). El segundo fue para discernir las prioridades para el primer plan pastoral de la diócesis para el ministerio hispano, que se promulgó en 2007. El tercero fue previo al V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina (2017-2020) y después para estudiar las conclusiones y discernir prioridades para el actual plan pastoral diocesano para el ministerio hispano (2021-2026).

      La conclusión de la fase diocesana del Sínodo sobre la Sinodalidad nos lleva a la siguiente fase en la Diócesis de Owensboro: reflexionar sobre lo que hemos escuchado, discernir hacia dónde nos lleva el Espíritu Santo como iglesia diocesana y crear planes de acción.  Estamos comprometidos a continuar el proceso de crecimiento como iglesia sinodal, una iglesia que reconoce la presencia y la actividad del Espíritu Santo en todos los bautizados y busca escuchar y discernir.

Sínodo sobre la Sinodalidad en la Diócesis de Owensboro

  • I. Descripción general del proceso

    • Once mujeres y hombres fueron designados para servir como miembros del Equipo Sinodal Diocesano reflejando una diversidad de edades, etnias y culturas.  El papel de los miembros del Equipo Sinodal incluyó el desarrollo de procesos de escucha y recursos para uso en parroquias y otros grupos.  También se le pidió al Equipo Sinodal que atendieran las más sesiones regionales de escucha como les fuera posible, esto para escuchar de primera mano al pueblo alrededor de la diócesis. El rol más importante del Equipo Sinodal ha sido su participación en el discernimiento del movimiento del Espíritu Santo basado en todo lo que se escuchó, así como en lo que esperábamos escuchar, pero no escuchamos.

      La diócesis contrató a Ministry Training Source para ayudar con los esfuerzos del Sínodo.  El trabajo de Ministry Training Source incluyó lo siguiente: 

    • dirigir un retiro con el Equipo Sinodal Diocesano sobre el tema del discernimiento

      codificar y ayudar con la interpretación de los datos

      proporcionar un retiro de discernimiento de dos días para el Equipo Sinodal Diocesano al final de toda la escucha y en preparación para la redacción de esta síntesis

    • Hubo dos fases de escucha en la Diócesis de Owensboro.  Comenzamos con escuchar en parroquias y otras organizaciones, luego escuchando grupos católicos durante los meses de enero y febrero.  Enseguida se llevaron a cabo, siete sesiones de escucha regionales en varios lugares de la diócesis durante el mes de marzo con el obispo y miembros del Equipo Sinodal Diocesano presentes en cada una.

  • II. Primera fase: Sesiones de escucha parroquiales (locales)

    • Durante los meses de enero y febrero de 2022, 66 de nuestras 78 parroquias realizaron sesiones de escucha en dos partes.  El Papa Francisco ha enfatizado acertadamente la importancia de escuchar las voces de los que están en la periferia.  Una de nuestras luchas fue el problema de tratar de llegar a esas personas, los individuos y grupos que no vendrían a ninguna de nuestras parroquias para que se escucharan sus voces.  Para ayudar en nuestros esfuerzos por llegar a la periferia, a las personas que participaron en las primeras sesiones de escucha parroquiales se les proporcionó una herramienta y se les pidió que usaran esa herramienta para poder tener una conversación con alguien en la periferia y que luego regresaran a la segunda sesión de escucha para ser la voz de esa persona y el vehículo para compartir las preocupaciones, las heridas, las preguntas e incluso las peticiones de oración de esa persona.  No todos los participantes participaron en una conversación en la periferia, pero muchos de los que lo hicieron informaron que fue una experiencia bastante poderosa y gratificante.  Para varios, no tuvieron que ir más allá incluso de su propia familia para conversar con alguien en la periferia.

      La asistencia a las sesiones de escucha parroquiales fue típicamente escasa y la demografía en su mayoría fue de personas anglosajonas entre los 56 y 74 años.  Fuimos muy conscientes de la falta de participación de los jóvenes y de otros grupos étnicos y culturales.   

      Fuertemente se animó a cada párroco a involucrar a su parroquia en el proceso del Sínodo.  La Diócesis proporcionó recursos para los boletines, anuncios desde el púlpito y notas para las redes sociales.  También proporcionamos ideas para homilías, oraciones de los fieles y recursos fáciles de usarse en las sesiones de escucha.  Los materiales se pusieron a disposición para su uso con los adolescentes de nuestras parroquias en grupos juveniles u otros entornos.  Se proporcionó un portal en línea para cualquier persona, incluidos los adolescentes, que no pudieran asistir o no quisieran asistir a una sesión de escucha parroquial.  406 personas optaron por participar de esta manera.

      Además de escuchar en las parroquias, también se llevaron a cabo grupos de escucha en otros lugares de la diócesis para incluir comunidades religiosas, escuelas, adolescentes, personal diocesano y sacerdotes.

  • III. Segunda fase: Sesiones de escucha regionales

    • Se llevaron a cabo siete sesiones regionales de escucha en toda la diócesis durante el mes de marzo de 2022.  Cinco de estas se llevaron a cabo en inglés, una en español y una en birmano.  El Obispo Medley, junto con miembros del Equipo Sinodal Diocesano, asistieron a cada sesión estrictamente con el propósito de estar presentes para escuchar de primera mano.

      301 personas asistieron a las sesiones regionales.  Una vez más, la demografía fue muy similar a la que vimos a nivel parroquial o local.  El 50% de los que asistieron tenían entre 56 y 74 años.  El 60% eran mujeres y el 68% por ciento fueron anglosajones.  El 80% de los que asistieron a las sesiones de escucha regionales fueron católicos activos desde nacimiento y que asisten a la Misa con regularidad.

      Dado el éxodo de jóvenes de nuestra Iglesia en general, ciertamente fue preocupante verlos tan gravemente ausentes en este proceso sinodal.  Lo mismo es cierto sobre otras personas de distintos grupos étnicos y culturales, así como para las personas que se encuentran al margen de la Iglesia por una variedad de razones.

      Nuestros esfuerzos también, por llegar más de lleno a la periferia se vieron afectados cuando en nuestra diócesis fuimos azotados por los devastadores tornados en diciembre de 2021, y muchas de nuestras energías y atención se enfocaron obviamente en responder a la devastación y las necesidades inmediatas de las personas.  Sin embargo, es una pregunta constante para nosotros de cómo llegar a aquellas personas cuyas voces no se escuchan.  El Sínodo sobre la sinodalidad es un evento de varios años que abarca iglesias locales, conferencias episcopales nacionales y, finalmente, el Sínodo formal de los obispos en 2023.  Nos hemos dado cuenta de que la sinodalidad no es un evento sino una parte integral de ser Iglesia y escuchar las voces empapadas del Espíritu de todo el Pueblo de Dios.  Sólo con esta conversión del corazón, la Iglesia permanecerá atenta a todas las personas, especialmente a las que están al margen de la sociedad y de la Iglesia. Nuestro trabajo en esta área es inadecuado.  ¿Cómo llegamos a nuestros hermanos y hermanas separados, los pobres, los jóvenes, las minorías raciales/étnicas, los miembros de la comunidad LGBT, los divorciados y vueltos a casar, y los católicos inactivos?  Esta es una pregunta que guiará nuestros continuos esfuerzos por ser una Iglesia sinodal en la Diócesis de Owensboro.

      El ánimo en general de quienes participaron en las sesiones de escucha regionales fue de compromiso y entusiasmo.  Una gran parte del trabajo se hizo en pequeños grupos con informes hechos al grupo más grande.  La gente estuvo animada en su conversación.  Se mostraron apasionados, pero respetuosos entre sí, al expresar opiniones e ideas.  Las opiniones fueron diversas e incluyeron a quienes anhelan un regreso a la Misa tradicional en latín, así como a quienes les gustaría ver a las mujeres ordenadas al sacerdocio.  A pesar de las diversas opiniones, no hubo tensión negativa perceptible entre los participantes en las sesiones regionales de escucha. Las sesiones fueron experiencias bastante poderosas de escuchar al Espíritu Santo hablando a través de todos los bautizados.

      Las tres preguntas que parecieron generar más conversación tanto en las sesiones de escucha parroquiales como regionales fueron:

    • ¿Qué es lo que más atesora usted sobre nuestra fe?

      ¿Qué le parte el corazón?

      ¿Cuáles son sus sueños para la Iglesia?

      Estas tres preguntas provocaron algunas respuestas más apasionadas.

  • IV. Lo que escuchamos

    • Recibimos 319 páginas de aportes de la escucha a nivel parroquial, otras 91 páginas de las siete sesiones de escucha a nivel regional y 813 páginas de aportes en línea a través de nuestro sitio web diocesano.  Los temas tratados fueron muy variados y las opiniones expresadas variadas.  Los siguientes son algunos de los sentimientos, ideas y opiniones más comunes.

      Fue algo común escuchar a las personas expresar su angustia y consternación por la polarización y la división que se siente en nuestra sociedad, nuestras familias, nuestras comunidades y nuestra Iglesia.  Expresaron su anhelo por la unidad.

      Al responder a la pregunta, “¿Qué es lo que más atesora usted de nuestra fe?” la gente respondió que la Eucaristía y la vida sacramental de la Iglesia son sus mayores tesoros.  Muchos respondieron que valoran la universalidad de la liturgia.  Los rituales son alentadores.

      En cada sesión de escucha regional, las personas citaron la falta de conocimiento sobre su fe como el mayor obstáculo para compartir su fe con los demás.  Esta observación fue seguida por la petición de más formación en la fe para adultos.  La gente parecía estar operando según distintas definiciones de catequesis.  Algunos lo consideraron como algo basado en información solo con un enfoque en la apologética, y otros hablaron de oportunidades para crecer en una relación personal con Cristo y una mayor familiaridad con las Escrituras.  Por supuesto, ambos aspectos son vitales para la vida de un discípulo misionero.

      Los participantes expresaron su deseo de que la Iglesia sea hospitalaria y acogedora para todos, al mismo tiempo que afirmaron firmemente que no debemos disminuir o diluir la fe.  Este sentimiento se expresó principalmente con respecto a las personas de la comunidad LGBT.  Existe un dilema incómodo para muchos que desean honrar y defender las enseñanzas de la Iglesia, pero al escuchar las experiencias de las personas, se preguntan si hay algo más que la Iglesia deba entender en el siglo XXI para responder pastoralmente y con amor. 

      Algunos padres con hijos en la comunidad LGBT suplicaron que la Iglesia los instruya sobre cómo tener una conversación con sus hijos sobre su sexualidad e identidad de género y lo que enseña la Iglesia.

      El proceso de nulidad fue identificado repetidamente como un obstáculo para las personas que les impide participar plenamente en la vida de la Iglesia.  El proceso de anulación fue descrito como largo, intrusivo y doloroso.  En particular, muchos de los que describieron el proceso de anulación no eran necesariamente personas con experiencia de primera mano.  Esto habla de una periferia a la que no llegamos pero que debemos seguir buscando.

      Al abordar la misión de la Iglesia, a menudo se hablaba de los ministerios que se ejercen dentro de los muros de su iglesia parroquial.  Aunque estos ministerios son vitales para la vida de la Iglesia, no se expresaron muchos pensamientos sobre la misión de la Iglesia en el mundo y sobre cómo cada uno de nosotros puede vivir esa misión en nuestra vida diaria.

      La gente en general expresó sed de comunidad y de pertenencia. Algunos participantes expresaron sentirse fuera de la comunidad de su Iglesia y expresaron su deseo de tener más oportunidades para la construcción de comunidad fuera de la celebración de la Misa dominical.

      Se expresó preocupación de que las mujeres generalmente no ocupan puestos de toma de decisiones en la Iglesia, aunque los empleados y voluntarios de la Iglesia son en su mayoría mujeres. 

      En algunas de nuestras parroquias que disfrutan de una riqueza de diversidad de culturas, muchos feligreses sintieron que su parroquia hace un muy buen trabajo al ser acogedora e inclusiva.  Algunos informaron malentendidos, conflictos entre ministerios, así como barreras culturales y de idioma.  Otros expresaron su preocupación por que pareciera que dos culturas simplemente viven una al lado de la otra dentro de la parroquia pero no se integran verdaderamente entre sí. 

      En repetidas ocasiones escuchamos la preocupación de que los jóvenes están abandonando la Iglesia a un ritmo alarmante.  Parece haber una falta de sentido de la relevancia de la Iglesia, o quizás incluso de Dios, en sus vidas.  Se expresó el deseo de tener más oportunidades para ayudar a los jóvenes a crecer más en su relación con Jesús y tener un mayor sentido de pertenencia en sus comunidades parroquiales.

      Se expresó frustración por el largo proceso de RICA para alguien que desea unirse a la Iglesia Católica.  Al mismo tiempo, la gente reconoció el valor del proceso y su poderoso impacto afirmando que “todos deberían pasar por RICA”.  Esto parece reflejar un hambre de la gente en general por profundizar en su fe y crecer en su relación con Jesucristo.

      Los participantes mencionaron que la pandemia del COVID-19 y la respuesta de la Iglesia a ella han dañado a nuestras comunidades parroquiales.  En particular, algunos mencionaron el daño causado por el cierre de iglesias por un tiempo y expresaron su frustración porque la Iglesia sucumbió ante las autoridades civiles al tomar la decisión de suspender la celebración de la Misa. Muchos comentaron que algunas personas aún no han regresado a la Misa dominical. Existe el sentido de que nuestras comunidades parroquiales han sido lastimadas por la pandemia y todavía se encuentran tratando de recuperarse.

      Se afirmó que la crisis de los abusos sexuales también ha herido a nuestra Iglesia.  Algunos sienten que la Iglesia ha manejado bien la crisis y están agradecidos de que los esfuerzos de la Iglesia por un ambiente seguro hayan puesto salvaguardas muy necesarias para proteger a los niños.  Otros sienten que se podría hacer mucho más.  Todos coinciden en que la crisis, sin duda, ha dañado la credibilidad de la Iglesia y que algunos han dejado la Iglesia a causa de ella.

  • V. Discernimiento del movimiento del Espíritu Santo

    • Al finalizar la escucha, el Equipo Sinodal Diocesano junto con el Obispo Medley se reunieron para un retiro de dos días.  El Equipo había recibido previamente todos los aportes de la escucha a nivel parroquial, así como la escucha a nivel regional.  También se les había proporcionado datos codificados por Ministry Training Source.  El propósito del retiro fue discernir en oración la voz del Espíritu Santo sobre lo que se había escuchado, así como en lo que esperábamos escuchar, pero no escuchamos.

      Como resultado de este período de discernimiento en oración y en base a lo que escuchamos del Pueblo de Dios, se identificaron las siguientes áreas donde el Espíritu Santo nos está llamando a hacer más en la Diócesis de Owensboro, sin ningún orden en particular:

    • La escucha / seguir el camino sinodal

      El pueblo anhela ser escuchado.  Desea que sus líderes pastorales, en particular sus párrocos y el Obispo Medley, brinden más oportunidades para escuchar sus preocupaciones, sus dolores y sus sueños para la Iglesia.

      Faltan demasiadas voces en la conversación.  Necesitamos encontrar mejores formas de llegar a las personas en las periferias.  ¿Cómo alcanzamos a las personas que, por muchas razones, no quieren o no pueden venir a nuestras iglesias?  Necesitamos ser más efectivos en esto y más comprometidos con nuestros esfuerzos.

      La toma de decisiones debe ser un esfuerzo más colaborativo y de mayor alcance, invitando a la participación de los fieles para tomar las mejores decisiones posibles.  Debemos crecer en nuestra capacidad y disposición para escuchar la voz del Espíritu Santo a fin de discernir, tanto de manera personal como comunitariamente, y discernir hacia dónde nos está guiando el Espíritu.

      Familias

      La estabilidad de la familia es parte integral de las comunidades saludables y de una Iglesia saludable.  Sin embargo, las familias están siendo bombardeadas con múltiples desafíos.  La Iglesia necesita encontrarse con las familias en su experiencia de vida, hacer más para acompañar a las familias de todo tipo y brindarles apoyo y recursos.

      Necesitamos integrar de manera más efectiva a los adolescentes y jóvenes adultos en la vida de la comunidad parroquial, no solamente a través de la programación, sino a través de conexiones y relaciones y mediante oportunidades de encuentros con Jesucristo.

      La Iglesia y de una mejor manera, necesita equipar a las familias para conversaciones intencionales sobre sexualidad y género.

      Las familias necesitan el apoyo de la Iglesia y de sus compañeros para vivir el llamado a la santidad, profundizar su relación con Cristo y formar a sus hijos como personas de fe que desean conocer, amar y servir a Jesucristo.

       Liderazgo

      Se necesita apoyo y formación continuos para los sacerdotes, el personal parroquial y otros líderes pastorales.  Algunas áreas particulares en las cuales debemos enfocar los esfuerzos de formación incluyen: trabajando para saber escuchar mejor, acompañándose unos a otros, propiciando una cultura de encuentro con los demás y con Jesucristo, y de evangelización.

      La transición de un párroco de un lugar a otro puede ser un proceso difícil tanto para el mismo párroco como para la comunidad parroquial.  Se necesita apoyo en facilitar la transición y proporcionar una buena comunicación antes y durante el proceso de transición.

      Los laicos necesitan ser invitados, animados, empoderados y formados personalmente para compartir sus dones en posiciones ministeriales dentro de la Iglesia y, lo que es más importante, por su papel en la vivencia diaria de su fe en sus comunidades y familias. 

      Es necesario incluir a más mujeres en puestos de liderazgo y toma de decisiones en todos los niveles de la Iglesia.  Somos una Iglesia servida principalmente por mujeres, pero las mujeres están notablemente ausentes de los puestos de liderazgo dentro de la estructura de la Iglesia.

      Ministerio a los márgenes

      Es un desafío continuo proveer cuidado pastoral a los que están al margen de la Iglesia por una multitud de razones.  Como Iglesia, nuestro modelo ha sido típicamente el de esperar a que la gente venga a nosotros.  Debemos ser una Iglesia dispuesta a ir a las periferias y al encuentro de las personas a través de la complejidad de la vida real, ser una Iglesia misionera.

      Hay muchas personas que se divorcian y se vuelven a casar sin el beneficio de una anulación.  Esto se identificó en cada sesión de escucha regional como un verdadero obstáculo y escuchamos el apoyo generalizado de personas que pedían que se elimine este obstáculo para que este grupo pueda regresar a la Mesa del Señor.  Nuestros esfuerzos deben centrarse en aumentar la comprensión de las personas sobre el proceso de anulación.  Una parte integral de esto es convocar a abogados tribunales que puedan acompañar a las personas a través del proceso de anulación para que pueda ser una experiencia que traiga sanación y no dificultades.

      Los miembros de la comunidad LGBT fueron identificados una y otra vez como un grupo que vive en los márgenes y tiene una gran necesidad de acogida y aceptación.  Es vital que aumentemos nuestro alcance y que empoderemos a las familias para que tengan conversaciones difíciles sobre temas de género y atracciones hacia personas del mismo sexo, expresando siempre el amor y la misericordia de Dios.

      Formación en la fe para adultos

      Hemos escuchado a personas expresar su hambre por una mayor comprensión de su fe y una relación más profunda con Jesucristo.  Las parroquias han respondido con programas y eventos, pero no han tenido mucho éxito en lograr que las personas participen.  La Diócesis se esforzará por brindar a las parroquias los recursos y así ofrecer oportunidades creativas para la formación en la fe para adultos.

      También hemos escuchado a personas expresar su deseo de profundizar, de vivir una vida basada en la oración y la santidad.  Una parte importante de la formación de adultos en su fe es brindarles oportunidades para encontrar lo santo, aprender a orar y ayudarlos a vivir el llamado a la santidad en su vida diaria.  Todos estos puntos deben ser parte de nuestros esfuerzos de formación en la fe para adultos.

      Encuentro

      Dado que el objetivo final de toda formación en la fe es ayudar a las personas a crecer en su relación con Jesucristo, debemos aumentar nuestros esfuerzos para brindar oportunidades para que las personas tengan encuentros con Cristo.  Con la conciencia de que un solo modelo no funcionará para todos, debemos ser creativos en nuestros esfuerzos y ofrecer múltiples y variadas oportunidades.

      Diversidad

      La diversidad en nuestra Iglesia Católica es uno de nuestros mayores tesoros.  Debemos continuar celebrando nuestra diversidad mientras mantenemos la universalidad de la Iglesia.  En lugar de ignorar a aquellos que son diferentes de alguna manera, debemos reconocer que nuestra diversidad nos brinda la oportunidad de escuchar la voz del Espíritu Santo en aquellos que pueden ofrecernos una perspectiva diferente.

  • VI. Conclusión

    • Al inicio de este proceso, se nos recordó en el Documento Preparatorio que “la finalidad del Sínodo, y por lo tanto de esta consulta, no es producir documentos, sino hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos”. 

      Estaba claro que toda esta experiencia sinodal estaba destinada a ser una experiencia de sinodalidad en sí misma.  Quizás el mayor valor es que quienes optaron por participar en el proceso se han sentido escuchados y respetados.  Se han valorado sus opiniones y se les ha recordado una vez más que el Espíritu Santo obra a través de ellos, subrayando la importancia de hacer oír su voz.

      En una cultura que tiene poca tolerancia hacia las diferencias de opinión, esta ha sido una experiencia de escucha respetuosa basada en la oración y la comprensión de que cada uno de nosotros es un miembro valioso del mismo Cuerpo de Cristo. 

      Estamos agradecidos por esta experiencia de sinodalidad y por la oportunidad de estar presentes en persona para escuchar tantas voces.  No hay algo que sorprendente en lo que escuchamos ni en lo que se ha comunicado en esta síntesis. Sin embargo, el valor del proceso no se puede exagerar.  Una y otra vez escuchamos a personas expresar su apoyo al Papa Francisco y su alejamiento de una institución clerical hacia una Iglesia que escucha y responde, hacia una Iglesia que es misionera y que permite a sus miembros vivir su llamado a la santidad.  La gente expresó un anhelo por más de lo mismo.  Expresaron el anhelo de ser escuchados, el anhelo de profundizar en su fe y en su relación con Jesucristo, el anhelo de compartir su fe con los demás y el anhelo de un mayor sentido de pertenencia a una comunidad de creyentes.

      Junto con la observancia del Avivamiento Eucarístico en los Estados Unidos, la Diócesis se esforzará por continuar el proceso sinodal con sesiones de escucha sobre la Eucaristía, sobre la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía, sobre la cuestión de por qué las generaciones más jóvenes no vienen a la Misa, sobre cómo nuestras iglesias pueden ser más acogedoras e inclusivas.

      También estamos comprometidos a centrar más nuestra atención en llegar a aquellos en la periferia de la Iglesia, incluidos los divorciados vueltos a casar, aquellos en la comunidad LGBT y sus familias y amigos, en las mujeres y su derecho a ser tratadas con dignidad e igualdad en la Iglesia, los pobres, los inmigrantes y los que sufren discriminación por motivos de raza.

      Cuando el Papa Francisco abrió el Sínodo en octubre del año pasado, declaró su certeza de que “el Espíritu nos guiará y nos dará la gracia para seguir adelante juntos, para escucharnos recíprocamente y para comenzar un discernimiento en nuestro tiempo”.  De hecho, afirmó que “si no está el Espíritu, no habrá Sínodo”.

      Esta ha sido nuestra experiencia de sinodalidad estos últimos meses: una experiencia de ser guiados por el Espíritu Santo en un tiempo de escucha y discernimiento.  Es este mismo Espíritu el que nos dará la gracia necesaria para responder a lo que hemos oído y ser cada vez más una Iglesia que escucha.  Es el mismo Espíritu Santo que nos ayudará a mirar las cosas con los ojos de Cristo, a ver lo que Cristo ve, y a continuar en nuestro trabajo para hacer avanzar la misión de la Iglesia.

      Presentado respetuosamente en nombre de la Diócesis de Owensboro, Kentucky,

       

      Obispo William F. Medley
      El Obispo de la Diócesis de Owensboro

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