21° Domingo del Tiempo Ordinario

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Liturgia de la Palabra – 21° Domingo del Tiempo Ordinario

Himno

 

Creo en Jesús

                Escuchen el canto en YouTube aquí

 

¡Creo en Jesús! Creo en Jesús:

Él es mi amigo, es mi alegría, Él es mi amor.

Creo en Jesús, creo en Jesús, Él es mi Salvador.

 

  1. Él llamó a mi puerta, me invitó a compartir su heredad.

Seguiré a su lado, llevaré su mensaje de paz.

 

  1. Ayudó al enfermo y le trajo la felicidad.

Defendió al humilde, combatió la mentira y el mal.

 

  1. Enseñó a Zaqueo a partir su hacienda y su pan.

Alabó a la viuda, porque dio cuanto pudo ella dar.

 

Carmelo Erdozáin, © 2011 OCP.  Usado con permiso.

 

Introducción

Todos se persignan con la señal de la cruz diciendo, “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Líder:                            Alabemos a Dios, quien llena nuestros corazones y nuestro hogar con la paz.

Bendito sea Dios por siempre.

Todos responden:          Bendito sea Dios por siempre.

Canten o reciten el Gloria juntos:

 

                        Gloria a Dios en el cielo,

y en la tierra paz a los hombres que ama al Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,

te damos gracias,

Señor Dios, Rey celestial,

Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único, Jesucristo;

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;

tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;

tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;

tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros;

Porque sólo tú eres Santo,

sólo tú Señor,

sólo tú Altísimo, Jesucristo,

con el Espíritu Santo

en la gloria de Dios Padre.

Amén.

Líder:                Oremos.

Señor Dios, que unes en un mismo sentir

los corazones de tus fieles,

impulsa a tu pueblo a amar lo que mandas

y a desear lo que prometes,

para que, en medio de la inestabilidad del mundo,

estén firmemente ancaldos nuestros corazones

donde se halla la verdadera felicidad.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios por los siglos de los siglos.

Lecturas

Se recomienda que alguien que no sea el líder proclame las lecturas del día de una Biblia.  De lo contrario, las lecturas diarias se pueden encontrar en http://www.usccb.org/bible/lecturas/

Primera Lectura: Isaías 22: 19-23

Salmo Responsorial: Salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 6 y 8bc

Respuesta (todos juntos):           Señor, tu amor perdura eternamente.

De todo corazón te damos gracias,

Señor, porque escuchaste nuestros ruegos.

Te cantaremos delante de tus ángeles,

te adoraremos en tu templo.

Respuesta (todos juntos):           Señor, tu amor perdura eternamente.

Señor, te demos gracias

por tu lealtad y por tu amor;
siempre que te invocamos, nos oíste

y nos llenaste de valor.

Respuesta (todos juntos):           Señor, tu amor perdura eternamente.

Se complace el Señor en los humildes

y rechaza el engreído.
Señor, tu amor perdura eternamente;

obra tuya soy, no me abandones

Respuesta (todos juntos):           Señor, tu amor perdura eternamente.

Segunda Lectura: Romanos 11, 33-36

Evangelio (Todos se ponen de pie para la lectura del Evangelio. Un laico omite el saludo, “El Señor esté con ustedes” y procede a “Una lectura del santo Evangelio según San…”): Mateo 16, 13-20

Reflexión sobre las lecturas                                               

Esta semana tenemos una reflexión del Diácono Richard Beaven, quien sirve en la Parroquia Santo Nombre de Jesús en Henderson:

Las lecturas de hoy nos muestran la superioridad del plan divino de Dios en comparación de cómo los humanos planean sus vidas. El Señor envía a el profeta Isaías a visitar a Sebná.  Isaías le dice a Sebná de que se ha llenado de su propia vanidad. Que se ha puesto por encima de todos en su palacio. Básicamente Sebná se ha llenado de sí mismo. Tiene admiración solo por aquello que él hace y por aquello en lo que él se ha convertido. Isaías le dice a Sebná que Eleacín lo reemplazará. El Señor quiere a alguien encargado quien cuide de su pueblo.

En la segunda lectura, San Pablo escribe sobre la vasta sabiduría y conocimiento de nuestro Dios. ¿Quién puede tan siquiera comenzar a observar con amplitud así como Dios lo ha planeado? Nadie. ¿Quién ha conocido jamás el pensamiento del Señor o ha llegado a ser su consejero?” La simple respuesta es, nadie. O “¿Quién ha podido darle algo primero, para que Dios se lo tenga que pagar?” De nuevo, la respuesta es nadie.

Nunca podremos hacer nada en nuestras vidas donde pudiéramos decir de que Dios nos debe algo. Podemos criar familias, responder un llamado vocacional, donar una gran suma de dinero para una buena causa, o realizar innumerables actos de caridad. Todas estas cosas son admirables. Estoy seguro que nuestras buenas obras complacen a Dios. Aun así, Dios no te debe nada. Ya que Dios es el Creador y cada uno de nosotros es solo parte de su creación. Él es quien ha impregnado todas esas buenas cualidades en nosotros. Esas cualidades que nos ha dado, nos han permitido el realizar buenas obras. Las cosas buenas que hacemos son nuestro regalo que entregamos de regreso a Dios. Debemos recordar que nunca podremos ganarnos el cielo. Siempre será un regalo. Sin embargo, también recuerden, pertenecemos a un Dios amoroso. Vive para el cada día de tu vida.

Este recuerdo me llegó a la memoria mientras reflexionaba sobre el evangelio de hoy. Recuerdo el haber estado un día haciendo ejercicio, levantando pesas en el sótano de mi casa un día. Mi hijo, quien estaba pequeño en ese entonces, me siguió hacia abajo al sótano y tenía curiosidad sobre lo que estaba haciendo. Mientras descansaba por un momento, y probablemente con mi lengua de fuera; mi hijo me miró con ojos muy abiertos y con su botella en una mano y me dijo: “Papi, tú debes ser el hombre más fuerte de mundo”. Yo le dije, “Lo soy hijo, pero no le vayas a decir a tu tío Wayne porque él piensa que él es”. Las escrituras nos dicen que Jesús se reía, lloró, se cansaba y le daba hambre.  También en ocasiones quería retirarse para estar a solas. Pero también, yo creo que en ocasiones bromeaba con las personas con sentido del humor, incluido cuando las personas no se daban cuenta, así como me pasó a mí con mi hijo ese día.   

Jesús hizo la pregunta: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Estoy seguro que Jesús escuchaba con interés, así como si estuviera escuchando a niños pequeños, en ese momento en que los discípulos contestaban la pregunta. Le contestaron: “Unos dicen que eres Juan, el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas.” Jesús sabía que ninguno sabía quién era porque aún no había sido revelado a ninguno de ellos, aun así, él quería escuchar sus respuestas. 

Enseguida Jesús se enfocó en sus discípulos, “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pedro respondió, “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” Lo más probable es que Pedro estaba asombradísimo que tales palabras hubieran salido de su propia boca.  Jesús aterriza rápidamente a Pedro en sus sentidos cuando le dice: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos!”  Pedro cometió muchas tonterías en su relación con el Señor. Aun así, el Señor nunca se dio por vencido con él ni tampoco se dará por vencido con cada uno de nosotros. Dios tenía un plan especial para Pedro y tiene un propósito especial para cada uno de nosotros.

Vivimos en una cultura que a veces parecería tóxica. Hay mucho ruido alrededor. Es fácil el ser engañado en la confusión causada por el demonio. Nuestros derechos individuales son muy importantes, pero no son la cosa más importante. Recemos unos por otros en estos tiempos tan problemáticos. Que pongamos nuestra voluntad de lado y escuchemos por la dirección que viene de Dios. En el seguir la voluntad de Dios, es allí donde encontraremos la paz duradera, así como Pedro, nuestro primer Papa, quien encontró su paz.

Que Dios bendiga nuestros esfuerzos. 

Además, también puede encontrar reflexiones en inglés en video de la USCCB sobre las lecturas aquí: http://www.usccb.org/bible/reflections/.

Tomen un período de silencio para reflexionar sobre la Palabra de Dios.  A lo mejor les gustaría hacer las siguientes preguntas:

                        ¿Qué palabra o frase toca su corazón?

                        ¿Cómo pueden aplicar este mensaje a su vida diaria?

Oración de los fieles

Líder:                Demos gloria al gran Dios, presentando nuestras necesidades con confianza.

Ustedes o los miembros de su familia pueden ser invitados a decir sus intercesiones en voz alta, a lo que todos responden: “Señor, escucha nuestra oración”.  Sería bueno incluir una oración por el fin de la pandemia del coronavirus y un regreso a la Eucaristía dominical pública.

Líder:                Dios de infinita misericordia, escucha las oraciones de tu pueblo, que alaba todas las cosas buenas que vienen de ti, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Respuesta:        Amén.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío,

que estás real y verdaderamente presente

en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas

y deseo, en este momento, recibirte sacramentalmente,

más ya que no puedo

hacerlo sacramentalmente,

ven, por lo menos, espiritualmente a mi corazón.

Te abrazo como si ya estuvieras ahí, y me uno completamente a ti.

No permitas que me separe de tí. Amén.

 

Acto de Acción de Gracias

Hagan una oración de acción de gracias. Esta puede ser su propia oración personal de acción de gracias, un cántico de alabanza de las Escrituras, o pueden elegir uno de los siguientes Salmos: Salmo 100; Salmo 113; Salmo 118, 1-4. 19-29; Salmo 136; Salmo 150

Rito de conclusión

En solidaridad con nuestra diócesis, aquí podrían incluir la oración del Papa Francisco a María por la protección contra el coronavirus encontrada al comienzo del Suplemento de Oración de la Diócesis de Owensboro.

Líder:                El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.

Todos se persignan con la señal de la cruz.

Respuesta:        Amén.

Como una opción aquí, podrían agregar “Démonos un signo de la paz” extendiendo un signo de la paz de Cristo a sus seres queridos mediante un abrazo, un beso o lo que sea más apropiado para su situación.

Himno

Iglesia Peregrina

            Escucha el canto en YouTube aquí

 

Todos unidos formando un solo cuerpo

Un pueblo que en la pascua nació

Miembros de Cristo en sangre redimidos

Iglesia peregrina de Dios

 

Vive en nosotros la fuerza del espíritu

Que el hijo desde el Padre envió

Él nos empuja nos guía y alimenta

Iglesia peregrina de Dios

 

Somos en la tierra

Semilla de otro reino

Somos testimonio de amor

Paz para las guerras

Y luz entre las sombras

Iglesia peregrina de Dios

 

Cesáreo Gabaráin, ℗ 2011 OCP. Usado con permiso.

 

 

Extractos de la traducción al español del Misal Romano, tercera edición © 2014, USCCB – Conferencia Episcopal Mexicana. Todos los derechos reservados.

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Usado con permiso. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este texto puede reproducirse por ningún medio sin permiso por escrito del propietario de los derechos de autor.