Domingo de Pascua

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Liturgia de la Palabra- Domingo de Pascua

Himno

Éste es el día

 

Éste es el día en que actuó el Señor;

Sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,

Porque es eterna su misericordia.

¡aleluya, aleluya!

 

  1. Que lo diga la casa de Israel

es eterna su misericordia

Que lo diga la casa de Aarón

Es eterna su misericordia

Que lo digan los fieles del Señor

Es eterna su misericordia.

 

  1. Escuchad: hay cantos de victoria

en las tiendas de los justos:

“La diestra del Señor es poderosa;

es excelsa la diestra del Señor”.

“La diestra del Señor es poderosa;

es excelsa la diestra del Señor”.

Carlos Rosas, ℗ 2011 OCP. Usado con permiso.

Introducción

Todos se persignan con la señal de la cruz diciendo, “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Líder:                Alabemos a Dios, quien llena nuestros corazones y nuestro hogar con la paz.

Bendito sea Dios por siempre.

Todos responden:          Bendito sea Dios por siempre.

Canten o reciten el Gloria juntos:

 

                        Gloria a Dios en el cielo,

y en la tierra paz a los hombres que ama al Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,

te damos gracias,

Señor Dios, Rey celestial,

Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único, Jesucristo;

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;

tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;

tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;

tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros;

Porque sólo tú eres Santo,

sólo tú Señor,

sólo tú Altísimo, Jesucristo,

con el Espíritu Santo

en la gloria de Dios Padre.

Amén.

 

Líder:                Oremos.

Señor Dios, que por medio de

tu Unigénito,

vencedor de la muerte,

nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna,

concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor,

resucitar también en la luz de la vida eterna

por la acción renovadora de tu Espíritu.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios por los siglos de los siglos.

Lecturas

Se recomienda que alguien que no sea el líder proclame las lecturas del día de una Biblia.  De lo contrario, las lecturas diarias se pueden encontrar en http://www.usccb.org/bible/lecturas/

Primera Lectura: Hechos 10, 34a. 37-43

Salmo Responsorial: Salmo 117, 1-2. 16ab-17. 22-23

Respuesta (todos juntos):           Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,

porque tu misericordia es eterna.

Diga la casa de Israel:

“Su misericordia es eterna”.

Respuesta (todos juntos): Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.

La diestra del Señor es poderosa,

la diestra del Señor es nuestro orgullo.

No moriré, continuaré viviendo

para contar lo que el Señor ha hecho.

Respuesta (todos juntos): Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.

La piedra que desecharon los constructores

es ahora la piedra angular.

Esto es obra de la mano del Señor,

es un milagro patente.

Respuesta (todos juntos): Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.

 

Segunda Lectura: Colosenses 3, 1-4

Evangelio (Todos se ponen de pie para la lectura del Evangelio. Un laico omite el saludo, “El Señor esté con ustedes” y procede a “Una lectura del santo Evangelio según …”): Juan 20, 1-9

 

Reflexión sobre las lecturas

Esta semana tenemos una reflexión de nuestro Obispo, Monseñor William F. Medley:

“Que haya luz”

Domingo de Pascua

12 de abril de 2020

Por lo general, comenzamos la Vigilia Pascual afuera del templo, en la oscuridad.  Se crea un fuego y solemnemente bendecimos ese fuego. Las escrituras recuerdan la historia de la creación, un momento de drama cuando Dios dijo: “Haya luz”. Y hubo luz. Dios vio que la luz era buena.  Dios separó la luz de las tinieblas, llamando a la luz día y a las tinieblas noche. Dios hizo dos grandes luceros: el lucero mayor para regir el día y el lucero menor para regir la noche. Dios vio lo bueno que era todo esto.

En cualquier otro año cuando nos reunimos para recordar este acto de creación, no podemos replicar la oscuridad física que cubrió el abismo.  Hay luz. Los ojos humanos son maravillosos y se adaptan a la más tenue luz y pueden ver, al menos parcialmente, excepto en la cueva más profunda y oscura donde la luz no puede penetrar.

En nuestros días, incluso en las noches más oscuras y, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, la luz sigue brillando. Quizás nos llega de un poste de luz a unas cuadras. O alguien sin duda revisa su teléfono celular. Sin embargo, todavía podemos experimentar una sensación de oscuridad. Entendemos la oscuridad del pecado y el quebrantamiento, la oscuridad de la muerte.  Podemos entender una vida sin luz, un mundo sin luz.

En la Vigilia Pascual de este año, hemos abreviado nuestra celebración de la luz ya que la asamblea del pueblo de Dios no puede congregarse.  No podemos reunirnos porque nuestras comunidades, nuestro mundo, están sumidos en una oscuridad nunca antes conocido. Ciertamente que la oscuridad abunda y la gente ha experimentado antes los estragos de la guerra.  Ha habido epidemias en lugares donde poblaciones han quedado destruidas. Ha habido holocaustos de millones. Ha habido inundaciones y hambrunas y millones han quedado sin hogar. Ha habido atrocidades como la esclavitud humana y la matanza generalizada de los no nacidos. Ha habido naciones que viven en la oscuridad del materialismo y la codicia. En medio de todos estos sucesos la gente ha suplicado que una luz disipe la oscuridad.

Hoy, sin embargo, es increíble en el siglo XXI, que el mundo entero experimente una oscuridad distinta a toda oscuridad que cualquier persona viva hoy haya jamás haya visto. A pesar de todas nuestras proezas científicas, nos enfrentamos a una oscuridad de la enfermedad que toca todos los rincones del mundo.   La gente está muriendo y nuestros mejores médicos no pueden detenerla.  Vivimos con miedo. Por ahora todos conocemos a alguien, o conocemos a alguien que conoce a alguien, que ha sido afectado por el coronavirus. Y no sabemos cuándo se detendrá.

Así, nuestra conmemoración de la resurrección de Jesús habla a nuestro mundo desde una nueva perspectiva.

Año tras año, durante casi dos milenios, los creyentes en Jesús han marcado esta celebración con la proclamación entonada: “Luz de Cristo. Demos gracias a Dios.”

La Luz de Cristo está disipando la oscuridad de la enfermedad y la pandemia. Incluso antes de encontrar una cura o una vacuna, vemos la Luz de Cristo. Vemos esa luz en los trabajadores de la salud que valientemente brindan consuelo y sanación. Vemos la Luz de Cristo en aquellos cuyos trabajos requieren que se encuentren con desconocidos día tras día.  Vemos la Luz de Cristo en las personas que han elegido el aislamiento temporal para garantizar la seguridad de los demás. Vemos la Luz de Cristo cuando los vecinos se cuidan unos a otros. Vemos la Luz de Cristo en familias reunidas en oración cuando no pueden llegar a la iglesia.  Vemos la Luz de Cristo brillando en las pantallas de computadoras, teléfonos celulares y en televisiones. Vemos la Luz de Cristo en nosotros mismos cuando nos esforzamos por recibir a Cristo en la Comunión Espiritual cuando la Sagrada Eucaristía no nos está disponible.

La Luz de Cristo disipará la oscuridad que está tocando nuestro mundo hoy.  La Luz de Cristo brilla más intensamente en la oscuridad. Nunca estamos más allá del alcance de Dios.

Abramos nuestros corazones y nuestros espíritus a la Luz que solo Cristo puede traer.  Y seamos esa Luz de Cristo para otros que ahora sienten que viven en la oscuridad.

+ W.F. Medley

 

Además, también puede encontrar reflexiones en inglés en video de la USCCB sobre las lecturas aquí: http://www.usccb.org/bible/reflections/.

Tomen un período de silencio para reflexionar sobre la Palabra de Dios.  A lo mejor les gustaría hacer las siguientes preguntas:

                        ¿Qué palabra o frase toca su corazón?

                        ¿Cómo pueden aplicar este mensaje a su vida diaria?

 

Renovación de las promesas bautismales

Líder:                Cuando fuimos bautizados, nos unimos a la misma muerte y resurrección de Jesucristo. Ahora renovaremos nuestras promesas bautismales. Si es así, respondan “Sí, renuncio” y “Sí, creo” a cada promesa:

Líder:                ¿Renuncian ustedes a Satanás?

Todos:              Sí renuncio.

Líder:                ¿Renuncian a todas sus obras?

Todos:              Sí renuncio.

Líder:                ¿Renuncian a todas sus seducciones?

Todos:              Sí renuncio.

Líder:                ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?

Todos:              Sí creo.

Líder:                ¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?

Todos:              Sí creo.

Líder:                ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?

Todos:              Sí creo.

Líder:                Que el Señor nos bendiga y nos dé la fuerza para vivir estas promesas bautismales, ahora y siempre.

Todos:              Amén.

Si hay agua bendita: el líder se persigna con la señal de la cruz con agua bendita e invita a los demás a hacer lo mismo.

Oración de los fieles

Líder:                El Hijo de Dios quien nos invita a vivir por su Luz está listo para expulsar nuestra oscuridad. Vamos a invocarlo en nuestras necesidades.

Ustedes o los miembros de su familia pueden ser invitados a decir sus intercesiones en voz alta, a lo que todos responden: “Señor, escucha nuestra oración”.  Sería bueno incluir una oración por el fin de la pandemia del coronavirus y un regreso a la Eucaristía dominical pública.

Líder:                Inclina tu oído misericordioso a nuestras oraciones, te pedimos, oh Señor, y escucha con bondad las súplicas de quienes te invocan.  Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

Respuesta:        Amén.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío,

que estás real y verdaderamente presente

en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas

y deseo, en este momento, recibirte sacramentalmente,

más ya que no puedo

hacerlo sacramentalmente,

ven, por lo menos, espiritualmente a mi corazón.

Te abrazo como si ya estuvieras ahí, y me uno completamente a ti.

No permitas que me separe de tí. Amén.

Acto de Acción de Gracias

Hagan una oración de acción de gracias. Esta puede ser su propia oración personal de acción de gracias, un cántico de alabanza de las Escrituras, o pueden elegir uno de los siguientes Salmos: Salmo 100; Salmo 113; Salmo 118, 1-4. 19-29; Salmo 136; Salmo 150

Rito de conclusión

En solidaridad con nuestra diócesis, aquí podrían incluir la oración del Papa Francisco a María por la protección contra el coronavirus encontrada al comienzo del Suplemento de Oración de la Diócesis de Owensboro.

Líder:                Oremos.

Dios Padre,

al resucitar a Cristo tu Hijo

conquistaste el poder de la muerte

y nos abriste el camino a la vida eterna.

Que nuestra celebración de hoy

nos restaure y renueve nuestras vidas

por el Espíritu que habita en nosotros.

Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo,

quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo,

y es Dios por los siglos de los siglos.

Respuesta:        Amén.

Líder:                El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.

Todos se persignan con la señal de la cruz.

Respuesta:        Amén.

Como una opción aquí, podrían agregar “Démonos un signo de la paz” extendiendo un signo de la paz de Cristo a sus seres queridos mediante un abrazo, un beso o lo que sea más apropiado para su situación.

Himno

Resucitó

Resucitó, resucitó,
Resucitó, ¡Aleluya!

Aleluya, aleluya,
Aleluya, ¡Resucitó!

 

La muerte,
Dónde está la muerte,
Dónde está mi muerte,
Dónde su victoria.

 

Gracias,
Sean dadas al Padre,
Que nos pasó a Su Reino,
Donde se vive de Amor.

 

Alegría,
Alegría, hermanos,
Que si hoy nos queremos,
Es que Resucitó.

 

Kiko Argüello, ℗ 2011 OCP. Usado con permiso.