18° Domingo del Tiempo Ordinario

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Liturgia de la Palabra – 18° Domingo del Tiempo Ordinario

Himno

 

Dios nos convoca

            Escuchen el canto en YouTube aquí

 

Dios nos convoca, vengan y escuchemos su voz;

la mesa ha preparado, su pan es salvación;

gracias, Señor, por ser tus invitados.

 

Vengan, celebren la palabra, vengan, y acojan la verdad,

Y, en hermandad cantar la Nueva Alianza.

 

Vengan, celebren la esperanza, vengan a la cena pascual

Y, en hermandad cantar la Nueva Alianza.

 

Vengan, celebren la victoria, vengan renueven la amistad,

Y, en hermandad cantar la Nueva Alianza.

 

Carmelo Erdozáin, ℗ 2011 OCP. Usado con permiso.

 

Introducción

Todos se persignan con la señal de la cruz diciendo, “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Líder:                           Alabemos a Dios, quien llena nuestros corazones y nuestro hogar con la paz.

Bendito sea Dios por siempre.

Todos responden:        Bendito sea Dios por siempre.

Canten o reciten el Gloria juntos:

 

                        Gloria a Dios en el cielo,

y en la tierra paz a los hombres que ama al Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,

te damos gracias,

Señor Dios, Rey celestial,

Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único, Jesucristo;

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;

tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;

tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;

tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros;

Porque sólo tú eres Santo,

sólo tú Señor,

sólo tú Altísimo, Jesucristo,

con el Espíritu Santo

en la gloria de Dios Padre.

Amén.

Líder:               Oremos.

Atiende, Señor, a tus siervos

y derrama tu bondad imperecedera

sobre los que te suplican,

para que renueves lo que creaste

y conserves lo renovado
en estos que te alaban como autor y como guía.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios por los siglos de los siglos.

Lecturas

Se recomienda que alguien que no sea el líder proclame las lecturas del día de una Biblia.  De lo contrario, las lecturas diarias se pueden encontrar en http://www.usccb.org/bible/lecturas/

Primera Lectura:            Isaías 55, 1-3

Salmo Responsorial:    Salmo 144, 8-9. 15-16. 17-18

Respuesta (todos juntos): Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores.

El Señor es compasivo y misericordioso,

lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos

y su amor se extiende a todas sus creaturas.

Respuesta (todos juntos): Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores.

A ti, Señor, sus ojos vuelven todos

y tú los alimentas a su tiempo.

Abres, Señor, tus manos generosas

y cuantos viven quedan satisfechos.

Respuesta (todos juntos): Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores.

Siempre es justo el Señor en sus designios

y están llenas de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;

muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.

Respuesta (todos juntos): Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores.

Segunda Lectura:        Romanos 8, 35. 37-39

Evangelio (Todos se ponen de pie para la lectura del Evangelio. Un laico omite el saludo, “El Señor esté con ustedes” y procede a “Una lectura del santo Evangelio según San…”): Mateo 14, 13-21

Reflexión sobre las lecturas                                               

Esta semana tenemos una reflexión del P. Augusty Valomchalil, párroco de la Parroquia San Lorenzo, y la Parroquia San Guillermo en Knottsville:

Hay un cuento de un esclavo hebreo que salvó la vida del Faraón. En agradecimiento, el Faraón prometió al esclavo que cumpliría cualquier deseo que le pidiera. El esclavo, en lugar de pedir la libertad para sí mismo y para su pueblo, pidió que a cada esclavo hebreo se le dieran dos horas libres cada día para orar, reflexionar y aprender. El esclavo explicó que la oración diaria ¡es más importante que el pan diario! La gente que eleva su corazón a Dios nunca será un pueblo de esclavos. Otros pueden esclavizar tu cuerpo, ¡pero no tu alma! Solo unos pocos lo entendieron, pero el esclavo tenía razón. En la oración y el silencio experimentamos una libertad interior que nadie nos puede quitar, incluso en medio de noticias tristes e impactantes.

Necesitamos silencio e interioridad. Cualquiera que esté desbordado por la exterioridad se siente vacío en el alma. Cuando el alma está vacía, uno se convierte en un platillo que retiñe, como dice San Pablo: “…si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe” (1 Cor 13, 1). Es en la oración, el silencio y la interioridad que uno entra en contacto con Dios, quien es la fuente del amor y la misericordia. Este silencio, oración e interioridad son necesarios, especialmente en los momentos importantes y difíciles de nuestras vidas tal como sucedió en la vida de Jesús.

Encontramos esto en el primer versículo del evangelio de hoy. Es fácil pasar por alto este pasaje mientras avanzamos hacia la multiplicación de los panes. Lo que Jesús hace, después de enterarse de la muerte de Juan el Bautista, de apartarse en una barca a un lugar solitario, nos dice que Jesús quería pasar un tiempo a solas. Juan significaba mucho para Jesús. Jesús dijo: “Les aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan” (Lucas 7, 28). Cuando María visitó a Isabel, Juan, al sentir la presencia de Jesús en el vientre de María, saltó de alegría en el vientre de su madre. Juan, con su humildad, vino a preparar el camino para Jesús, declarando: “Es necesario que él crezca y que yo disminuya” (Juan 3, 30). Pidió a sus discípulos que siguieran a Jesús. “estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: ‘Este es el Cordero de Dios’. Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús” (Juan 1, 35-37).

Jesús tuvo muchas ocasiones para estar preocupado, triste y necesitado de un momento solitario. Perder a alguien a quien amamos realmente duele. El dolor nos apodera, nuestras emociones se entumecen y fluyen las lágrimas. A veces todo lo que queremos es estar solos. Al igual que nosotros, Jesús experimentó la dolorosa pérdida de familiares y amigos. Cuando Lázaro murió, Jesús lloró y al enterarse de la muerte de Juan buscó un lugar para estar solo. Jesús nos enseña que está bien llorar y que podemos identificarnos con él cuando nos encontramos en esos momentos. Jesús tuvo la experiencia de recibir malas noticias inesperadas, como las que tenemos en el evangelio de hoy, y nos enseña su forma de procesarlas. Una y otra vez, los evangelios revelan la fuente principal de la fuerza de Jesús. Tomó medidas para estar a solas con el Padre. Este momento solitario con su Padre, pasado en silencio, la oración y la interioridad hizo posible que volviera hacia afuera.

En el momento del dolor y la necesidad de estar con el Señor en oración, apartarse para estar en silencio y en la interioridad nos hace posible amar y servir a los demás como lo hizo en la vida de Jesús nuestro Señor.

Además, también puede encontrar reflexiones en inglés en video de la USCCB sobre las lecturas aquí: http://www.usccb.org/bible/reflections/.

Tomen un período de silencio para reflexionar sobre la Palabra de Dios.  A lo mejor les gustaría hacer las siguientes preguntas:

                        ¿Qué palabra o frase toca su corazón?

                        ¿Cómo pueden aplicar este mensaje a su vida diaria?

Oración de los fieles

Líder:               Demos gloria al gran Dios, presentando nuestras necesidades con confianza.

Ustedes o los miembros de su familia pueden ser invitados a decir sus intercesiones en voz alta, a lo que todos responden: “Señor, escucha nuestra oración”.  Sería bueno incluir una oración por el fin de la pandemia del coronavirus y un regreso a la Eucaristía dominical pública.

Líder:               Dios de infinita misericordia, escucha las oraciones de tu pueblo, que alaba todas las cosas buenas que vienen de ti, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Respuesta:       Amén.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío,

que estás real y verdaderamente presente

en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas

y deseo, en este momento, recibirte sacramentalmente,

más ya que no puedo

hacerlo sacramentalmente,

ven, por lo menos, espiritualmente a mi corazón.

Te abrazo como si ya estuvieras ahí, y me uno completamente a ti.

No permitas que me separe de tí. Amén.

Acto de Acción de Gracias

Hagan una oración de acción de gracias. Esta puede ser su propia oración personal de acción de gracias, un cántico de alabanza de las Escrituras, o pueden elegir uno de los siguientes Salmos: Salmo 100; Salmo 113; Salmo 118, 1-4. 19-29; Salmo 136; Salmo 150

Rito de conclusión

En solidaridad con nuestra diócesis, aquí podrían incluir la oración del Papa Francisco a María por la protección contra el coronavirus encontrada al comienzo del Suplemento de Oración de la Diócesis de Owensboro.

Líder:               El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.

Todos se persignan con la señal de la cruz.

Respuesta:       Amén.

Como una opción aquí, podrían agregar “Démonos un signo de la paz” extendiendo un signo de la paz de Cristo a sus seres queridos mediante un abrazo, un beso o lo que sea más apropiado para su situación.

Himno

Tu palabra me da vida

            Escuchen el canto en YouTube aquí

 

Tu palabra me da vida

confió en ti Señor

Tu palabra es eterna

En ella esperaré.

 

Dichoso el que con vida intachable

Camina en la ley del Señor

Dichoso el que guardando los preceptos

Lo busca de todo corazón.

 

Postrada en el polvo está mi alma

Devuélvame la vida tu palabra

Mi alma está llena de tristeza

Consuélame señor con tus promesas.

 

Escogí el camino verdadero

Y he tenido presentes tus decretos

Correré por el camino del Señor

Cuando me hayas ensanchado el corazón.

Juan A. Espinosa, ℗ 2011 OCP. Usado con permiso.

 

Extractos de la traducción al español del Misal Romano, tercera edición © 2014, USCCB – Conferencia Episcopal Mexicana. Todos los derechos reservados.

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Usado con permiso. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este texto puede reproducirse por ningún medio sin permiso por escrito del propietario de los derechos de autor.